lunes, 27 de marzo de 2017

Yo escapo. Paso mis días huyendo
del pasado, los presentes y algún futuro.
Soy un hereje, un bandido, un solitario
en varios sitios donde no quise estar y aún no quiero.

Digo que no al hombre que en mi habita
y como un hongo que en márgenes se extiende
buscando esos desprecios que suceden,
ya pareciera que inevitables son a veces.
Digo que no como se dice a un hijo al que se odia
y al que no se puede evitar sin dejar abandonado
lo que en uno mismo habita todavía.

Escapo a la ironía, al desatino, a la ambición
que se cumple en el sueño, el agua o la comida.
Escapo bruscamente alguna tarde al sur
o cuando extraño existencialmente el otoño,
voy a buscar una melancolía
como una flor o un caracol de lluvia:
dos minutos de sol en la llovizna.

Digo que no a mis miserias honestas,
las que revelan lo que uno habita.
Digo que no y luego cuando duerma
han de venir a acurrucarse encima.
En sueños levanto alguna mano,
solo la oscuridad me escucha y niega auxilio.



Atrapado uno en la miseria del deseo
se revuelca los costados contra el viento;
y vuelve a casa triste y derrotado
de no haber hallado la victoria
como una pila de papeles de colores,
una perla verde encerrada en el puño,
dos flores de una rosa, una birome
que encontrara perdida en el cemento. .
O apenas, sobre el río de la gente, una mueca
que no fuese penuria.


Es cierto. Yo podría
escribir sobre irrealidades necesarias,
pero es que hoy llueve
en Resistencia
y hacía tanto tiempo que extrañaba este otoño.

Me gusta el frío que viene, con sus maneras toscas,
el silencio dormido de mis vecinos solos,
el patio decadente con un tendal vacío.
Que afuera de mi puerta llueva sobre miserias;
solo la lluvia puede cubrir toda la tierra
y lavarla de ella misma.

Se que hay dolores y destierros,
en el lejano Oriente,
(a mi todo el oriente se me hace lejano),
que se cocinan bombas cuajadas de metralla
y existen condenados que en esta hora esperan
de buena suerte un pasillo,
en mala hora un calvario.
Que siempre hay dictadores sonando sus medallas,
y un resto entre los montes de pobres olvidados.
Que más allá de Europa, donde acaban las luces,
una estirpe de antiguos caminantes se despiertan
y salen de sus tiendas para empujar los renos a la incipiente primavera.
O que aquí, dentro de América la profunda,
alguien conspira, alguien respira vapores de mercurio
en una mina chilena o los bajos de Mexico D.F.,
alguien recita a Lorca en un video,
alguien recorre la ciudad armando pilas
con bolsas de basuras,
cadáveres de perros,
manzanas en un campo.

Todo lo se. Estoy despierto
y miro a la distancia una calle de China.
Todo puedo saber, todo he olvidado.
Descubro hoy que mi grillo vuelve a cantar al baño.


viernes, 17 de marzo de 2017

A mi no me preguntes. Yo nunca entiendo nada.
Me repito palabras, discursos de sapiencia.
Pero al final del día, que no puedo dormirme
al techo voy diciendo que nunca supe nada.
Nada de todo aquello que se hace necesario.

Entonces tus preguntas me despiertan.
Sacudo la capa de penumbra que me gusta tanto,
apago mis historias de alienígenas sabios,
olvido media hora los extensos rituales cotidianos,
y me quedo pensando si afuera llueve tanto
o de como se quiere a las personas,
o aquella vez que estábamos sentados asombrados
más solos en el mundo que una columna rota.


martes, 14 de marzo de 2017

"Mi triste y desolada condición de peregrino de los siglos..."

El Eternauta - F. Solano López; H. G. Oesterheld 

Cuando terminó la guerra y Príamo estaba muerto
yo volví por el mar de isla en isla
y nunca me había costado tanto recordarme tus ojos.

Traje en el cabello sal y plumas de una gaviota muerta,
y caracoles de una isla sin árboles donde encalló mi nave
cuando una tarde sin estrellas sin vientos no supe a donde ir
con la extensa pena del que busca en el aire el camino.

Yo volví por el mar de isla en isla
para encontrar la piedra roma donde yaciera Argos.
Fue como al llegar el viento previo de la tormenta,
cuando todo aspira su presencia y se contiene;
yo estaba bajo y mudo. Me dolían tanto las rodillas.

Veinte años atrás bajé al puerto, me até un cordel a la cintura
que se ciñó como un herraje a un mástil.
Cuando aquel barco se fue a pique, con el caí al océano.

Yo volví por el mar, de isla en isla;
y aquello fue lo único verdadero.
Si Poseidón me cubrió los brazos con sus dedos
y si Atenea se levantó a mi paso;
no los he visto. Me perdí y buscaba
este largo volver. He inaugurado
la ruta salobre y aventurada del peregrino cotidiano.

..


sábado, 11 de marzo de 2017

Nosotros fuimos niños muy tiernos, presentables,
a veces elegantes.
Pero el ya tenía un aire de leyenda.

Nosotros nacimos de padres y de madres
en blancos hospitales con luces de neón.
Pero el ya tenía una espantosa historia.

Nosotros somos niños de fotos apagadas,
con cabello enrulado y ojos color marrón.
Pero el tenía marrón el traje y el chaleco.

Nuestros nombres de santos y de abuelos
repiten una antigua tradición ancestral.
Pero Julián despierta un viento en carnaval.

Julian saltó los muros de la severidad
y pisoteo los charcos del hambre y de la Luna.
Anduvo donde nunca hubo huella mortal
y volvió de la hazaña con historia y refrán.

Nosotros enfermamos de fiebre en el invierno,
pero el gastó los dientes contra el hierro cruel
y en un descuido efímero cruzo las avenidas
para encontrar acaso a su novia perdida.

Probó las desventuras de la sangre
y el té melificado de la tarde
para en la ancianidad mirar la calle
con el rostro curtido y aun la cola erguida.


viernes, 10 de marzo de 2017

Tantas cosas no han sido.
Si la línea de los muertos es larga,
más larga y concurrida es la línea de los no-natos.
Ved este campo, este patio de casa
ahora que sus dueños están muertos,
ahora que sus ocupantes son como fantasmas.
Aquí quedan esqueletos de sillas oxidados,
carozos de aceitunas sin vinagres,
hierros torcidos con sus extremos roídos,
miles de fragmentos de botellas oscuras.
Solo la tuna exhibía en este erial su gallardía,
pero se ha vuelto impura y mezquina.
Ayer vino el agua, que subió de los hondos,
y ya no pudo ella depurar estas ruinas
del alma que habitaba cotidiana
y que ahora hace mucho se pudrió a si misma.


lunes, 6 de marzo de 2017

¿Por qué lloran los perros cuando quedan a solas?
Lo he visto sentados en la tierra,
con las ancas mojadas de rocío 
a mitad de la noche 
y una infinita expresión de tristeza sobre el labio.

Y prefieren las noches con Luna para llorar unidos
uno a uno encienden sus gargantas dolidas
y de pronto a la hora de los relojes dormidos
su coro clamoroso vuelve mas fría la tierra,
más pesadas las sombras, más antigua la Luna.

Uno a uno sus frentes se asemejan al agua
alisada y brillante de dolor mortecino,
la boca en un lamento se les sube a las nubes,
las patas cual raíces hacia el temblor del suelo.

Llorarán de tristeza, de miedo, de abandono.
Llorarán porque adentro no les muere el cachorro.
Llorarán porque el rito de llorar a la noche nos pertenece a todos.

Llorarán por que ellos, entre todos los seres,
descubrieron el miedo que perpetuo se esconde
y al sentirlo que ronda el cemento o el monte
lloran la absurda pena de saber a donde.

Llorarán la pesada cotidiana cadena que a nosotros los une,
y les habla en el cuello su presencia innoble.
Cada día callados, cada noche en silencio.
Cada noche de Luna despertaran de pronto
más alertas que el viento, más dolidos
que el rosal podado en el invierno.


Es un día de frío.  Lo sé porque es el viento  y el cariño del gato  las cosas que lo anuncian. Renovado y discreto este primer día  del oto...