domingo, 7 de agosto de 2016

Como extraño Julio cuando llueve.
Julio con sus árboles severos,
de ramas y sarmientos oscurecidos
por la frialdad austera de la tierra.

Me gusta la lluvia cuando viene
sosegada y tranquila en la costumbre
de liberar la melancolía de los relojes.

Y los gorriones, mirándonos helados
desde sus mínimos ojos piensan a escondidas
la tristeza infinita y antigua de los fríos.


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