Cuando terminó la guerra y Príamo estaba muerto
yo volví por el mar de isla en isla
y nunca me había costado tanto que me vieras.
Porque ya no eras vos y no era yo
y todos los veranos y los inviernos se había sucedido.
Volví de isla en isla hasta tus ojos
y a todas ellas las encontré vacías.
En algún sitio se te fueron los ojos
porque no eras la misma y estabas fría
como una graya pálida y altiva
a la que amar era una fantasía.
Te trae oro y huesos y hierro
y los consagré sobre tu columna de silencio,
pero no estabas y yo solo reconocía la derrota.
miércoles, 1 de junio de 2016
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