Ya se que es vanidad todo lo que yo digo.
Ya se que la verdad no está en mis poesías
sino que va en otra canción
cortando las gargantas de hombres que no cantan
y que recitan números
exactos y sinceros.
Ya se que soy la voz de la esperanza
y tengo una razón que aquí no alcanza
a más que modelar palabras.
Pero no quiero ser, Pitágoras falseado,
esa cifra que cobra, se duerme, se perpetua,
registra, deja herencias y apenas si se encuentra.
Voy tras una misión
que no recuerdo bien pero me obliga.
Soy corazón, no esgrima
de esta humanidad que se tortura
clavándose espinas con garfios más grandes que la punta.
Pero cuando se callen los que más gritan
nosotros, los estúpidos, quizá tengamos tiempo
de salvar al último conejo.
Quizá tengamos que callarlos.
Mentira era el inicio. Verdad es lo que llevo.
Ya todo lo demás se ha probado a si mismo.
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