jueves, 21 de mayo de 2015

Mi pobre profesora con su voz de muñeca,
tan metódica ella, tan gris y transparente,
parece un ordenado fichero de asistente.
Quizá si tuvo alma se le perdió en un libro
de esos que solo lee para entender razones
y nunca tuvo escusas para aplicar teorías
porque nunca sabía que enfrente me dormía.

Mi pobre profesora power point no sabe
que la miro y sonrío por extrema elegancia
por falsa y por mayúscula cortesía aprendida
en pasillos tan viejos como estos donde ella camina.

Me explica que hay un orden y un día.
Yo le digo que si y anoto que "me duele
cada dedo independientemente",
pero ella no nota que escribo independiente
porque en su planificación no existen versos.

Mi pobre profesora que no camina nunca
mas de lo necesario hasta el auto en la puerta
y cuando cruza el puente seguro no se fija
si abajo el Paraná viene dividido o unido.

Pero la quiero igual porque ella ilustra
la inocencia tremenda que vive en estas aulas
donde los perros duermen en pasillos vacíos
y su voz puede oírse desde el patio que nunca visita
cuando terca analiza lo que nadie sabía.


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