domingo, 16 de noviembre de 2014

El río Paraná tiene alma de anaconda,
se atraganta la garganta con el agua,
tira el golpe de la cola hacia el viejo Paraguay.
Guarda a Corrientes en el borde del enorme corpachón

Si lo vieran cuando cruza bajo el puente,
mueve el arco con el lomo, va quitandole orillas.

Tiene el viejo Paraná alma de víbora,
acordonada y fuerte, dormida al sol.
Encierra un alma guaraní de arco quieto y flecha tensa,
que puede desbordar en un bramido como de tigre herido.


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