Mi anillo me servía para andar conmigo,
para alumbrar la soledad de mis dedos
con el brillos opaco de sus círculos.
Me servía para girar el dedo y decir nada,
para tenerlo y no saber que estaba.
Para notarlo cuando solo escribía
y para ver el patio a través de sus giros.
el no servía para absolutamente nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario