martes, 19 de agosto de 2014

He de dormir pero no puedo.
El sueño me ha cansado ya los huesos y me dejó sin sol esta mañana.
Es tarde, afuera la ciudad parece bombardeada.
En el aire hay hálitos de humo y luces que se elevan,
clavándose en la oscuridad.
De noche en la ciudad no existen almas.
Seres se arrastran en las calles, furtivos y veloces,
perdiéndose en la luz polvorienta de las avenidas
mientras un lejanísimo eco de ladridos
tapiza el silencio de los arboles.
El viento pasa, lento y frío
el corazón me late con la niebla que oculta las estrellas.
Esta noche está tan profundamente dormida
que ya parece muerta.


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