miércoles, 7 de mayo de 2014

 
"Tiene el enorme prestigio de haber sido ya dios."
 
Federico Garcìa Lorca



Petunia, es el vestigio de las maneras nobles.
El ajeno recuerdo de tardes de amapolas.
Despereza las garras de olvidada fiereza
con altivez mayuscula de quien sabe su nombre
y no olvida su sombra.

Hubo un gato, hace tiempo, al que ya no se nombra.
Era gris y marrón, era hermoso en el sol.
Pero, como las rosas que florecen tardías,
se extinguió alguna noche su presencia furtiva.
Era un gato marrón, crecido entre el ramaje
absurdo de los arboles.
Ignorante en las ciencias o en las artes,
era suave y goloso, como son los cachorros.

Hubo un tiempo lejano, donde los gatos eran
maravillosos príncipes campechanos
que describían correrías insólitas
y guardaban tesoros de grillos en la arena.

Observaban las tardes con un mirar atento
registrando los gestos vacíos de la gente
desde un silencio cubierto de pelusa.
Se cubrían de sol y ardían en los salones,
auyentando las sombras del invierno.
Hacían de la queja un gesto de ternura inusitada.

Y eran eternos, como los dioses son bajo la arena.

Cuando cazan los gatos, hay duendes en las hojas
y los arboles ríen y sacuden las ramas para que llueva
y duerman, el hocico hacia el sol, estos gordos milagros.

Aquel gato era como las mariposas.
Duran solo un verano y después huyen al norte.
Pero como la golondrina del principe de cristales y oro,
aquel gato eligió dormirse y no volar
hacia las nubes amarillas del verano.

Ella es mínima, suave, un milagro muy breve.
Tiene del otoño el color y del arco el vibrar.
Ay, pequeña canción de misterio hacia el sol..
Como abulta la brisa en tus minimas huellas,
como alumbra diciembre en tu mirada verde..

Pasajera es la vida, es mínima y es bella
en los pequeños gestos, en los mas cotidianos.
En la caza perpetua de la mariposa.

Pero arriba es cruel y nos desgasta el tiempo
y nos confunde el agua de la tristeza y lluvia.
Tajada de melón hasta rozar la cascara,
azucar que diluye el cristal en el rìo.

Los gatos sabían, mucho antes que nosostros,
que no serían eternos las noches y los días.
Aprendieron a difuminarse en la penumbra desde que eran pequeños
y hoy, perdidos en la niebla, nos maullan..

Ay, pequeños de ojos encandilados,
durmamos hasta que llegue el día..

Es un día de frío.  Lo sé porque es el viento  y el cariño del gato  las cosas que lo anuncian. Renovado y discreto este primer día  del oto...