domingo, 17 de noviembre de 2013

Llamamos Dios a todo lo mayúsculo,
a todo lo que viene de la sangre,
a aquello que se explica con la noche.

Llamamos Dios al trueno porque el aire
es lo único que nunca conquistamos,
Llamamos Dios a aquello que, mayúsculo,
se escapa desde siempre a nuestras manos.

Llamamos Dios al mítico gigante,
a la canción primera, a la respuesta.
Dios es aquello que nos salva de nosotros,
de la certidumbre y de la duda.

Dios ha de ser la más perfecta forma del olvido.

Es un día de frío.  Lo sé porque es el viento  y el cariño del gato  las cosas que lo anuncian. Renovado y discreto este primer día  del oto...