Juntemos los negritos, los asiáticos,
los cantos de los últimos siux.
Recolectemos la voz de los ancianos,
los gritos de las jóvenes favelas.
Habrá canastas llenas de extraños y de nombres.
Una especie de O.N.U., caótica y burda.
y habrá que comenzar, sin listas,
con pocos protocolos.
Tal vez hasta nos descubramos parecidos.
Un poco diferentes, solo lo suficiente;
para no acostumbrar y sorprendernos.
Ya verán, que tremendo quilombo.
El desastre que haremos alcanzará para ordenar el mundo.
Tal vez hasta podamos conseguir que nos perdonen
las ballenas.
Tal vez hasta apaguemos Hiroshima.
Tal vez, con esforzarnos algo, podemos conseguir la absolución
de Pablo, de Mahatma, de Martin Luther King y de Madiba.
Y sonreirán todas las estatuas de Bolívar.
Hay que matar el hambre en Somalia,
mirar con malos ojos las guerrillas,
hacer como que no sabemos el arte de la guerra.
Y si, eso también. Dejarlo en claro:
Tío Rico no es modelo para niños.
El río bajo el puente está muriendo.
Y apenas comenzaron los deshielos.
Madiba está muriendo.
Se nos agota el tiempo.
Hay que correr, gritar cuanto se pueda.
Ya se carcome el tiempo de la espera.
Hay que parar las balas,
antes de que alcen vuelo.
domingo, 4 de agosto de 2013
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