Ese viejo que pasa es tu futuro.
Encorvado, algo lento,
de sonrisa gastada por antiguos inviernos
que han surcado su rostro
y sus manos de padre,
de caminante y viejo.
*
Ese viejo es tu rostro.
Son tus manos, tus pasos,
Tal vez tu dios, irónico,
te otorga este presagio.
*
Si lo miras un poco,
como pocos jóvenes observan a los viejos,
veras tu propio invierno
sobre la carne fatua,
sobre tu adolescencia
que no finge su etérea mezquindad
de los días, de los amaneceres.
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