miércoles, 17 de abril de 2013


Discúlpeme señor,
estoy harto del mundo.
Ya se que usted dirá que soy muy joven.
Ya se que usted dirá que tengo un gran futuro.
Ya se que usted dirá lo que ya se.
Y no me importa mucho, la verdad.
Al otro lado de la calle hay un gorrión,
¿lo ve, señor?
Usted esta diciendo que soy joven,
¿y cree que no lo se, señor?
Cada día camino quince cuadras,
la sangre no se apaga en una esquina.
Usted esta diciendo "yo te entiendo"
y yo ya no le creo mucho, discúlpeme.
Usted también ha sido joven
pero hace 30 inviernos.
O veranos. Es igual.

Yo soy joven ahora.
Es mi primera vez.
Para cuando me de cuenta, seré viejo como usted.
No es que quiera ofender
pero usted no sabe nada
de mi hoy o mi ayer.
Ayer dormí a la mañana,
los jóvenes dormimos
(yo mucho mas que usted).
A la tarde no hice nada,
cruce algunas calles junto a mi bicicleta.
No había nada interesante,
ni una víbora que cruzara,
altiva y descuidada,
el asfalto.

Mis días son así,
todos los días.
Casi todos tal vez.
A veces hay veces que encuentro un gorrión.
Como aquel, al otro lado de la calle.
¿Lo ve, señor?
Esta encontrando migas,
los estudiantes siempre llevan
alfajores, bolsitas de bizcochos, algunas mediaslunas.
Se ha llevado unas migas, debe tener pichones.

Pero usted no lo mira,
y los demás tampoco.
Usted tiene temores
y los demás también.
Y yo pierdo mi tiempo
mirando los gorriones.

Disculpe, no lo escucho,
no lo entiendo muy bien.
¿De que se queja usted?

Mire, volvió el gorrión.
Ahora hay varios con el.

Disculpe, no lo escucho.
No es que me importe mucho.
Usted se queja mucho.
Y yo no escucho bien.
¿Me hablaba del trabajo?
A, si. una porquería
como toda su vida,
su largo matrimonio,
(aun no entiendo por que se caso entonces),
sus hijos que lo gastan
(¿como fue que los tuvo?,
¿por culpa de quien fue?)
y su padre que muere
desde el lunes pasado.
(El pobre viejo esta hecho pelota.)

Y bueno, que quiere que le diga,
yo soy joven.
De lo que usted me habla no tengo mucha idea.
Y me espanta un poquito,
todo ese pesimismo.

Hace un rato estaba yo solo,
sentado en un banco de la universidad,
y cruzó una señora,
Tenia esa misma cara,
esa misma expresión que tiene usted.

Y así quiere decirme que tengo un gran futuro.
Sinceramente espero
que no me toque el suyo
por que, sabe? me espanta
todo ese pesimismo.

Esta cayendo el sol,
y usted un poco gris,
algo mas gris que ayer.
Y yo algo mas viejo,
acercándome a usted.

Me duelen los oídos,
esta ciudad apesta
de motos y camiones
y autos, camionetas.
El agua, cuando llueve,
llueve negra.
Me cansa su silencio
expectante de nada.
Su mirada arrastrada,
su poca humanidad.
Usted, para que mentirle,
da un poco de lastima.
No mucha.

No la lastima de mendigos
y de perros sin pelo por la sarna.
Es una lastima pobre,
funebruna,
lastima cansada.

Pero ya se me pasa.
Al rato se me olvida que usted parece tan gastado.
Hay cosas que son mas interesantes.
Sabe usted que mañana es mi día de suerte.
No se por que presiento que mañana,
capas mañana no este en este bar de mala muerte.

Mis días son así, como el clima.
¿Vio que ayer hubo sol
y hoy ya llovizna?
Mañana va a hacer frió.
No, no se queje también de como viene el día.
¿Usted cree en Dios, no?
Bueno,
recele y no gima.

No, yo no creo.
No es que lo lamente.
Es mas fácil así.
Yo prefiero reírme.
De todo,
incluso de usted.
Sobretodo de usted.
Que quiere que haga?
Usted da para todo,
tragedia y comedia.
Y a mi me encanta el cine,
soy un espectador por naturaleza.
Y usted un espectáculo.

Quien mas tendría esa expresividad,
esa potencia.
El drama fue hecho para usted.
A usted le duele todo,
sobre todo el bolsillo.

Usted se queja mucho
y yo no escucho bien.
Mire, volvió el gorrión.
Pero usted no lo ve.

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