martes, 30 de abril de 2013


Es igual, no me duele.
Podes clavarme flores
o abrocharme las manos.
Ya no tengo dolor,
ayer lo he terminado.
Demasiado gasto de dolor en el mundo.
Demasiados han muerto gritando
de dolor y a la luna.

domingo, 28 de abril de 2013


Te encontré casi de pura suerte,
sin creer en dioses o destinos.
El azar nos juntó y nos quisimos,
aunque tal vez no fue como imagino.
Recuerdo que era invierno y hacia frío,
el patio se perlaba de rocío.
Vos llorabas sobre un burdo techo de metales,
yo amagaba un intento de rescate.
Eras suave y pequeña y afilada,
una daga aun no desgastada.
Yo era alto y delgado, un poco ingenuo.
Nos supimos seguros y cercanos.
Eras cachorra apenas, vida hambrienta.
Yo era cachorro aun, si bien recuerdo.
*
Tal vez nunca me entiendas,
no es tu deseo,
el increíble secreto que me diste.
*
La vida es rescatar, eternamente,
un cachorro hambriento de los techos.

sábado, 27 de abril de 2013


Estoy enamorado.
Y que? Tal vez lo estuve antes.
Creo recordar esta desesperanza.
Me miras y bien,
estoy bien.
Muchas gracias.
Te paras, das unas vueltas,
yo finjo no ver nada.
Me late el corazón,
se me va la mirada.
Me río, me sonrío.
Tu voz. No pasa nada.
Estoy enamorado.
Y si finjo estoy bien.
Tal vez hasta mañana.
Antes solía gustarte mi ironía,
mi maldad desatada y egoísta.
Mis palabras vacías,
mi pereza crónica,
la inútil prepotencia
de cachorro malcriado.
Hoy me miras sin verme,
hoy me ignoras. No duele.
Es igual para mi.
Yo no puedo quererte.




Cuando tu terquedad venza a la mía
y nos miren con benevolencia
tendremos en el día una alegría
que eternizara la vida.
Si se nos completan los silencios,
uniéndose ellos por nosotros,
veras que bellos son los vientos
y que sincero puede ser el otoño.
Si nos queda la sangre alborotada
y se elevan las risas sobre las avenidas
es porque nos sucede la vida
y se enredan tus manos con las mías.

miércoles, 24 de abril de 2013


Si tuviese en mis manos la revancha.
Ay, si tuviese al alcance de mis manos cobardes mi revancha.

Si pudiese cambiar lo que esta hecho,
torcer este destino atroz de tan insatisfecho.
Con que gusto infantil, algo bestial,
rompería los cristales de cientos de ventanas de la noche.

Si pudiese vengarme del deseo,
de la luna que finge su belleza
y apoderarme de lo que mas deseo.

No tendría contemplación con nada,
nadie me detendría,
si pudiese romper los cristales.
Los muros transparentes que la noche
ha creado entre mi y sus tentaciones.

Estoy tan lleno de tontas frustraciones,
de incontables deseos
y de restos de vanas ilusiones.

Solo quedo en silencio.
Ya no puedo quejarme,
ya aprendí que llorar es inútil.
Desear es un asco, detestable.

Nada de lo que se quiere se consigue.
Todo lo que se tiene se pervierte.
Solo queda el silencio.

La muerte que te espera,
te lleva, te desangra,
la muerte que te mata
es muerte necesaria
aunque te duela el alma.

Yo soy la cara a oscuras,
tu cuerpo es media luna.

Si no existiese yo
¿por que habrías de vivir?
Si no muriesen hombres,
mujeres, inocentes,
culpables y juzgados.
Yo no existiría si no necesitaras
temerle a lo posible.

Soy muerte, estoy podrida
hasta tus propios huesos.
Me temes mas que a nada
aunque finjas no saber.
Y voy nadando entre tus pasos.

Amarse a uno mismo es muy difícil,
casi como desear la luna.
Igual de loco.
Amarse a uno mismo requiere de paciencia,
de exactitud, y espíritu de lucha.
Hay que llegar a la verdad,
sin enredarse encontrando virtudes.
Conocerse en todos los rincones
y no amarse del todo, sino a medias.
Amarse es casi un arte, 
sin ir mas allá de las lineas.
Sin tener que recurrir a la mentira
ni a los dioses.

Te quiero para mi,
así soy de egoísta.
No me alcanza con saberte libre.
Te quiero para mi aquí y ahora.
Te quiero para mi porque no puedo
pensarte de otra forma
que no sea conmigo al lado tuyo,
dependiente.

domingo, 21 de abril de 2013


No mueras tan lejos del mar, marinero.
Vuelve a las olas que te hicieron de agua,
de viento y sal, de sangre
tostada por mil amaneceres.
No mueras en la tierra, bajo un techo.
¿Que clase de muerte es esa para un marinero?

Desde toda eternidad pasada
el capitán de un barco que se hunde
muere bajo las velas de su buque.

Tienes algas en sangre,
ojos de sal.

Si mueres sobre tierra
como podrías descansar?

Marinero, no mueras a la orilla del mar.
Muere sobre las olas,
son tu hogar.
Muere sobre los peces que desfilan,
ignorantes y helados,
tu destino de errante.

Que envuelvan tu cadáver en un lienzo
y lo arrojen al agua en la mañana.
Que los dioses del agua te reciban
junto con el sol de un nuevo día.

La tierra ya no tiene razón con la que atarte, marinero.
Hace ya muchos soles que abandonaste la tierra de tus padres.
Si muriesen los viejos tiburones
de los mares del sur
morirían en el agua,
marineros.

Si mueres en la orilla, marinero,
¿de que te habrá servido vivir sobre las aguas?
Déjame estar, como quien mira lejos.
Que no quiero ser triste con tu ausencia
ni fugaz y feliz con tu presencia.

Si no puede tenerte por seguro
elijo no tenerte aunque me duela
por que se que a la larga, en esta espera
triunfará mi paciencia, estoy seguro.

Cuando pasen las horas y me entiendas,
volverás a quedarte. Esa es mi meta.

Por que sabes aunque tal vez no sepas,
que sin ti yo muero y que a medias
yo no quiero tenerte y también duele.

Prefiero esta espera impaciente
de que entiendas y llegues y me tengas
para siempre de siempre hasta la muerte.

sábado, 20 de abril de 2013


El azul carbonizado de la noche,
el viento norte terroso y terco.
El rudo amor de caricias bruscas
que el viento tuvo para con los arboles.
Y el patio pedregoso que imitaba
alegre y tontamente
escenarios de ensueño.
*
Antes de irme yo se han ido ellos.

viernes, 19 de abril de 2013


He de dormir.
Y ya no puedo.
Hay demasiadas pesadillas sueltas.
Un lobo oscuro, sombra y amargura,
me acecha desde una roca a oscuras.
Tiene colmillos deformes por la luna,
y una erizada pelambre, bestezuela
malvada del hocico a la cola.
*
Solo tengo seis años,
y es de noche,
ennegrecida por sus fauces.
La bestia sombra negra
me ronda y se abalanza
y al estrellarse contra mis terrores
vuela desecho en millones de noches.
*
No he vuelto a ver el lobo entre sueños.
Tal vez no exista la bestia y solo aterra
a quien teme la noche y lo sueña.

Estoy feliz, de nuevo.
Me creé una mentira.
Tiene los ojos suaves y las manos perfectas.
Va camino, a mi lado,
de donde yo camino.
A veces va delante y me guía su perfume.
A veces va detrás y la olvido en rincones.
Pero siempre regresa,
siempre vuelve y me mira,
y sonrío y me río
y ella, feliz mentira,
ríe conmigo.
Cuando miro su rostro,
que ambiciono y no pido,
me retracto de todo
lo que tengo y no digo,
con palabras vacías.

Hay unas pocas noches de invierno
que para nada sirven.
Son unas pocas noches en mitad del invierno.
Noches sin sentido, sin legado,
sin sueño, sin silencio en el silencio.
Unas pocas noches bastante innecesarias.

jueves, 18 de abril de 2013


Esta Dios sobre una nube gorda
y cuando ronca llueve.
Esta Diablo bajo una roca negra
y cuando ronca mueve.
Dios tiene pesadillas de revoluciones
y Diablo teme ser un angelito.
Dios se despierta para ordenar hormigas,
Diablo borra el camino con malicia.
Dios se enoja y lo corre retronando,
Diablo ríe y lo esquiva, burlando.
Dios quiere un orden ordenado,
para dormir después aunque llovizne.
Diablo no es que sea malo,
pero el aprendió que Dios aburre
cuando duerme  y por eso lo burla.
Diablo sabe que es por culpa de su burla,
por gracia de su burla que el mundo sigue andando.

Eras como la lluvia,
sorpresiva y cambiante.
A veces tempestuosa.
Eras como la luna,
siempre altiva, elegante.
Eras luna de agua,
una ilusión de Dios.
Eras sombra y misterio,
con tu voz de penumbra,
siempre grave y triste,
siempre suave y serena.
Y aun así y por eso te quería.

Vishnú


Vishnú duerme sobre un océano inmenso
de leche y agua y reflejos.
Sueña que muere un hombre
y muere un hombre.
Sueña que nace un perro
y nace un perro.
Maravilloso es que duerma.
Aterrador sería que sueñe el silencio.

miércoles, 17 de abril de 2013


A través de la fatiga de los siglos
he caminado por inauditos lugares.
Cuando dieron el primer paso
en la primera guerra de la vida
estuve ahí en el primer momento.

Recuerdo la primera lluvia
y el primer amanecer sobre la tierra.

Antes de que las rocas se volvieran arena.
sentí la soledad sobre el desierto.

He caminado por lugares extraños,
repitiendo siempre los mismos gestos.
Recuerdo cada vida que he pasado
y a muchas otras que no me pertenecieron.

A veces me abruma la memoria
y lloro sin saber los motivos.
Lloro tal vez por otras vidas,
por días de pasados milenios.
Por seres que se han muerto.
Por rastros ya borrados.

Eternidad de ser aunque te duela,
condena loca como nadie sepa.
Seidad rebosante de existencias
que aun tiene por ver lo que me queda.

Cuando vuelvo al camino que recorrí
hace ya treinta inviernos
el árbol que planté es madera vieja,
tocón podrido, apagada luciérnaga.

Que puedo hacer sino caminar,
atrás queda muy poco y nada
de lo que he hecho.
El viento del desierto,
arenoso y quemante, ataca incesante
el corazón de las estatuas levantadas.
Los secretos se pierden
cuando mueren los hombres
y los templos se olvidan
cuando mueren los dioses.

Todos parten, se van
sin preguntar destinos.
Todos creen saber.

Yo no puedo saber.
Solo se que es eterno
este día perpetuo.

Soy el único olvidado,
el rezagado de toda caravana.
Ya no quedan desiertos que puedan contenerme,
las arenas también desaparecen.
El silencio me oprime,
me rodean marismas de constelaciones,
engrudos de universales restos.

Aunque nada me asusta,
por que nada me asombra.
Tal vez ya lo se todo,
casi todo.

Soy lo que sobrevive a pesar de los soles.
Deshaciendo estelares
armazones de hielo
estoy hecho de todo
y cada átomo suelto me compone.
Soy aquello que existe mas allá de las reglas,
las medidas,
los tiempos.
Soy eterno,
no muero,
no puedo destruirme ni a costa de mi mismo.
Estoy encadenado a mi propia existencia.
Y no puedo acabarla.
Soy eterno.
La gigantesca y milenaria esfinge,
con la expresión ausente de las piedras,
mira sin ver la misma arena
porque la luz del sol ya no la ciega
y después de todo lo pasado
estar es como estar en vano.

Discúlpeme señor,
estoy harto del mundo.
Ya se que usted dirá que soy muy joven.
Ya se que usted dirá que tengo un gran futuro.
Ya se que usted dirá lo que ya se.
Y no me importa mucho, la verdad.
Al otro lado de la calle hay un gorrión,
¿lo ve, señor?
Usted esta diciendo que soy joven,
¿y cree que no lo se, señor?
Cada día camino quince cuadras,
la sangre no se apaga en una esquina.
Usted esta diciendo "yo te entiendo"
y yo ya no le creo mucho, discúlpeme.
Usted también ha sido joven
pero hace 30 inviernos.
O veranos. Es igual.

Yo soy joven ahora.
Es mi primera vez.
Para cuando me de cuenta, seré viejo como usted.
No es que quiera ofender
pero usted no sabe nada
de mi hoy o mi ayer.
Ayer dormí a la mañana,
los jóvenes dormimos
(yo mucho mas que usted).
A la tarde no hice nada,
cruce algunas calles junto a mi bicicleta.
No había nada interesante,
ni una víbora que cruzara,
altiva y descuidada,
el asfalto.

Mis días son así,
todos los días.
Casi todos tal vez.
A veces hay veces que encuentro un gorrión.
Como aquel, al otro lado de la calle.
¿Lo ve, señor?
Esta encontrando migas,
los estudiantes siempre llevan
alfajores, bolsitas de bizcochos, algunas mediaslunas.
Se ha llevado unas migas, debe tener pichones.

Pero usted no lo mira,
y los demás tampoco.
Usted tiene temores
y los demás también.
Y yo pierdo mi tiempo
mirando los gorriones.

Disculpe, no lo escucho,
no lo entiendo muy bien.
¿De que se queja usted?

Mire, volvió el gorrión.
Ahora hay varios con el.

Disculpe, no lo escucho.
No es que me importe mucho.
Usted se queja mucho.
Y yo no escucho bien.
¿Me hablaba del trabajo?
A, si. una porquería
como toda su vida,
su largo matrimonio,
(aun no entiendo por que se caso entonces),
sus hijos que lo gastan
(¿como fue que los tuvo?,
¿por culpa de quien fue?)
y su padre que muere
desde el lunes pasado.
(El pobre viejo esta hecho pelota.)

Y bueno, que quiere que le diga,
yo soy joven.
De lo que usted me habla no tengo mucha idea.
Y me espanta un poquito,
todo ese pesimismo.

Hace un rato estaba yo solo,
sentado en un banco de la universidad,
y cruzó una señora,
Tenia esa misma cara,
esa misma expresión que tiene usted.

Y así quiere decirme que tengo un gran futuro.
Sinceramente espero
que no me toque el suyo
por que, sabe? me espanta
todo ese pesimismo.

Esta cayendo el sol,
y usted un poco gris,
algo mas gris que ayer.
Y yo algo mas viejo,
acercándome a usted.

Me duelen los oídos,
esta ciudad apesta
de motos y camiones
y autos, camionetas.
El agua, cuando llueve,
llueve negra.
Me cansa su silencio
expectante de nada.
Su mirada arrastrada,
su poca humanidad.
Usted, para que mentirle,
da un poco de lastima.
No mucha.

No la lastima de mendigos
y de perros sin pelo por la sarna.
Es una lastima pobre,
funebruna,
lastima cansada.

Pero ya se me pasa.
Al rato se me olvida que usted parece tan gastado.
Hay cosas que son mas interesantes.
Sabe usted que mañana es mi día de suerte.
No se por que presiento que mañana,
capas mañana no este en este bar de mala muerte.

Mis días son así, como el clima.
¿Vio que ayer hubo sol
y hoy ya llovizna?
Mañana va a hacer frió.
No, no se queje también de como viene el día.
¿Usted cree en Dios, no?
Bueno,
recele y no gima.

No, yo no creo.
No es que lo lamente.
Es mas fácil así.
Yo prefiero reírme.
De todo,
incluso de usted.
Sobretodo de usted.
Que quiere que haga?
Usted da para todo,
tragedia y comedia.
Y a mi me encanta el cine,
soy un espectador por naturaleza.
Y usted un espectáculo.

Quien mas tendría esa expresividad,
esa potencia.
El drama fue hecho para usted.
A usted le duele todo,
sobre todo el bolsillo.

Usted se queja mucho
y yo no escucho bien.
Mire, volvió el gorrión.
Pero usted no lo ve.
Algún día será solo luna,
la luna y nada más, sin los presagios.
La noche oscura y fresca,
sin falsas apariencias en la bruma.
Serán los gatos negros negros solamente
y ya no habrá sirenas cantando en el azul.
Ni dioses de las fiestas,
ni oscuras maldiciones.
Algún día será solo la luna
y habrá que reinventar el mundo entero.

¿Qué haremos si se esfuman las victorias?
Si ya no existen cantos a la gloria,
verdades imposibles o mentiras piadosas.
¿Qué haremos sin mitos y leyendas?
¿Sin una voluntad a quien echarle varias divinas culpas?
Temiendole a una fría y lógica existencia
empezaremos a tratar de escribir
otra vez y de a poco
la historia.

Te apena verme así,
entristecido.
Extrañas mi sonrisa
constante y cotidiana;
esa fachada alegre
que siempre muestro,
ese despreocupado andar
tan desparejo.
Así, cuando me vuelvo hostil y ajeno,
te enojas y preguntas,
investigas,
detrás del ceño adusto
lo que oculto.
Cuando estemos los dos,
como en mis sueños,
te diré lo que pueda balbucear,
desde lo más sincero que nunca he sido.
Si alguna vez te necesito
y, a diferencia, estas conmigo,
te voy a regalar lo mas autentico que tengo.
No el corazón, que aunque cansado es tuyo,
sino el mejor de mis secretos,
y es que te quiero.
Los fantasmas que he visto,
no parecen terribles.
Mas ben son algo tristes.
Y no arrastran cadenas.
Hay veces que se ríen
y parecen alegres.
Hay otras en que lloran
y atraviesan rincones,
arrastrando volutas de un polvo color perla.
Escondidos en sombras de torres y de altillos,
los fantasmas que he visto enamoran la noche
con largas serenatas de suspiros.
EL otoño que viene,
sobre las nubes grises,
no imagina otros días.
El otoño, un anciano
con la mueca torcida
de quien todo lo ha visto
y de nada se olvida.
El otoño fue joven
hace ya demasiado.
Hoy camina cansado,
embarrando los días.

Detrás de las cortinas aguardaba el destino,
brillando afilado en los cuchillos
de todos los asesinos señalados.
Y en la ventana, el general de todas las derrotas,
el victorioso de todas las batallas
y perdedor de todos los asedios.
Anibal mirando el mar indiferente
alzo la mano para beber la muerte
y se entrego sereno y triunfante a las cenizas.

Detrás de las cortinas el ultimo estratega,
el perseguido guerrero solitario,
hace su ultima jugada en el tablero.
Cruza otra vez por entre las montañas
y por hacerlo se transforma en leyenda.
Ya no verán la luz de su coraza
guiar los hombres entre las espadas.
El general se inmola para hacerse eterno,
para hacerse inmortal por sobre la batalla
con toda la tristeza de su gloria perseguida.

Anibal, cabellos de azul mediterráneo,
que mira el mar desde su abandonado balcón de ermitaño.
Anibal, domador de elefantes y de guerras,
esta batalla que se sabe perdida
y que se lucha igual, para memorias.
Anibal, sabes que no queda arena,
que ya ha caído toda y las cortinas
que el viento cómplice sacude
son el sudario que te traen las sombras.

Viajero! Si cruzas frente a esta tumba
llévale noticias a los grandes de Roma y de Cartago.
Anibal, el bienaventurado, ha muerto por su propia mano.

Al final de su vieja batalla aprendió
la mas sabia lección que dan los Dioses a los hombres justos:
Quien bien ha vivido no le teme a la muerte.
Al final de los días, la eternidad es el buen recuerdo dejado.
Nothing gold can stay.
             Robert Frost

Nada dorado puede perdurar,
es cierto.

A través de los siglos,
cortinas de aguavientopiedra,
atraviesan intactas joyas de oro
hermosas y antiguas.
Pero en verdad valen el oro que las hizo?

No perdura el silencio
de los que callaron sabiendo el valor de su mudes.
Y no sobreviven las palabras de los que levantaron
ciudades de estrategias.
No perdura la carne de los que se han amado
desde antes de los primeros días.

Y los huesos que quedan son de los faraones
con su ambición eterna
y sus vendas de mirra y lino.

Lo dorado en esencia no perdura,
por que la eternidad es un instante.
Si aun vivieran los escarabajos
de los primeros días en el desierto,
sus colores ya no perdurarían.

Las golondrinas que vieron al poeta
ya no existen.
Hace siglos que volaron a oriente
y nunca mas volvieron.

Las estatuas no existen,
perdidas en el fondo de los mares,
arruinadas de barro entre los peces.

En el instante el mundo se reinventa.
Y encuentra el modo de permanecer.

Si mis huesos se cansan y envejecen,
si tus manos florecen y decaen,
si la vida que arrastras contra el viento
desmaya en el silencio de infinitos salones.
Nada dorado queda después de haber vivido.
Nada dorado se eterniza.



Una ciudad, a oscuras, cualquier ciudad.
Una ciudad, con lluvia, cualquier ciudad.
Una ciudad, con calles y con muros,
con autos, humos, gritos y mendigos
encierra el corazón de toda humanidad.
Una ciudad, cualquier ciudad,
amada y tenebrosa,
embarrada y hermosa,
con sol, con lunas y sin grillos,
con perros, esquinas, semáforos y restos
es cualquier ciudad, sin tener nombre.
Cada ciudad, una ciudad.
Cualquier ciudad, un mundo.
Un trozo y todo entero
con peros y requiebros.
Azul y gris, marrón y verde,
cada ciudad es la ciudad del mundo.

Un día me morí, escandalosamente.
Casi en mitad de toda la avenida.
Recuerdo el quejido de los frenos
y de gentes que llegaban tarde a la oficina.
Y después fue la nada,
oscuridad, silencio.
Hasta que abrí los ojos,
me moví de a poquito,
hacia una luz lejana,
creyendo que era el túnel de salida
y era el reflejo del sol en las ventanas.
Con el ruido de una sirena loca
y un asqueroso olor a cigarrillos.
Una marcha en silencio,
una marcha que no lleve canciones,
que no aúlle consignas contra los balcones.
Que terror causaría el silencio
de miles desfilando sobre las avenidas.
Una marcha en silencio
que obligue a cerrar las cortinas,
a espiar con cuidado,
con miedo de que estallen los gritos.
No hay nada mas latente que el silencio
de miles de silencios encimados,
rebalsando las vías.
Cuando entiendan los pueblos que los gritos no sirven
cuando intenten silencio y caminen unidos,
que terror causarían millones de silencios,
millones de rostros impasibles, pacientes.

martes, 16 de abril de 2013


Ese viejo que pasa es tu futuro.  
Encorvado, algo lento, 
de sonrisa gastada por antiguos inviernos 
que han surcado su rostro 
y sus manos de padre, 
de caminante y viejo. 
* 
Ese viejo es tu rostro. 
Son tus manos, tus pasos, 
Tal vez tu dios, irónico, 
te otorga este presagio. 
* 
Si lo miras un poco, 
como pocos jóvenes observan a los viejos, 
veras tu propio invierno 
sobre la carne fatua, 
sobre tu adolescencia 
que no finge su etérea mezquindad 
 de los días, de los amaneceres.
Solo digo palabras que no tienen sentido.
Ya no tengo paciencia con la tarde que muere,
la asesino con luces falsas.
No soporto el silencio aturdido y chirriante
de chicharras de monte disfrazadas de noche.
Si me quedo sin aire es por mi propia angustia,
mi deseo inconstante, malherido y frustrante.

Me ha sido dada la maldición de desear.
En todo su esplendor,
mas allá de los lindes
de este bosque de espinas
doradas
espinas atrayentes y mentidas.

Si me he quedado ciego
ha sido por mi deseo.
Si he perdido el sentido
y el olfato y la risa
ha sido por deseo
de lo que nunca tengo.

Estoy algo apagado, es cierto.
Apático tal vez.

Ya no logro el asombro silencioso, abrumado.
Redescubrir a Orión carece de aventura.
Los gusanos, mas que interés, dan asco.
Y si un perro se acerca, no deseo quedármelo.

Habré torcido algo,
quebrado alguna rueda
de mi propio engranaje.


Es un día de frío.  Lo sé porque es el viento  y el cariño del gato  las cosas que lo anuncian. Renovado y discreto este primer día  del oto...